Se llegará a las temperaturas más altas de los últimos 150 mil años.
Por Ricardo Santiago Katz (*), especial para Agencia NOVA
Los cambios climáticos del mundo no tienen precedentes, y se pronostica que la interferencia de la humanidad en la atmósfera generará un calentamiento diez veces más veloz que en los últimos 15 mil años, lo que hará subir el nivel del mar y generará lluvias impredecibles y climas extremos con tormentas violentas, tifones, tornados y huracanes.
El aumento del nivel y de la temperatura en los océanos ya destruyó los bosques de mangle y los arrecifes coralinos en las Bermudas, por lo que el WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) sostiene que "a menos que estas especies consigan migrar por sí mismas, de manera natural, o ser trasladadas a otros hábitats, quizá muy pronto se extinga".
Existen más de 23 mil plantas y animales amenazados a nivel mundial, y se estima que un incremento de 3 grados en la temperatura de la Gran Cuenca norteamericana generaría pérdidas del 47% de mamíferos y un 25% de mariposas.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, patrocinado por las Naciones Unidas afirma que la capa de hielo en la Antártica es de especial preocupación: una gran parte está varada muy por debajo del nivel del mar, y esto podría ser causado por el calentamiento global de la Tierra.
Según los investigadores en climatología presagian que dentro de 50 años el planeta padecerá una temperatura mayor a la actual y que alcanzará la cifra más altas de los últimos 150 mil años.
Entonces, el mar subirá hasta 12 centímetros cada década por la expansión térmica y los deshielos, y ese ascenso será de 25 centímetros para el año 2030 y de 68 centímetros para fines del siglo XXI.
Organismos especializados en la temática han afirmado que el nivel del mar crecerá de 3 a 6 veces más rápido que en todo el siglo XX, y que los cambios climáticos se darán entre 10 y 100 veces más raudo que en cualquier otra época desde la última Era Glaciar.
El único modo de reducir el daño es actuar ahora. Para ello, la WWF recomienda cuidar los ecosistemas en mayor riesgo: arrecifes de coral, manglares en islas tropicales y deltas, ecosistema del Mar Ártico, cordones montañosos como los Andes y glaciares ubicados en la región patagónica, pantanos y esteros, los bosques tropicales, boreales y templados; tundras árticas, sabanas y costas bajas.
El primer paso sería reducir en no menos del 60% los gases con efecto invernadero de larga vida, como el dióxido de carbono, y un 30 % los demás, como el metano. Los países desarrollados son los máximos responsables de la emisión de estos gases, y tienen recursos financieros para alcanzar este primer gran objetivo.
Existe una campaña mundial para evitar la destrucción de los ecosistemas naturales y los objetivos a tener en cuenta serían:
- Para el año 2015, lograr una reducción del 20% de la emisión a la atmósfera de los gases invernadero. Los científicos coinciden que las emisiones producidas por las actividades humanas son -al menos, parcialmente- la causa del calentamiento global registrado durante los últimos 100 años.
- Promover fuentes alternativas de energía ambientalmente sanas en por lo menos algunos países en vías de desarrollo. Es tan necesario que se instrumenten esas políticas en el campo energético de dichas naciones como también es necesario reducir drásticamente las emisiones en los países más desarrollados.
El cambio climático causará extinción de especies, pérdida de hábitat y reducción de biodiversidad. Los esfuerzos invertidos en la protección de áreas medioambientales podrían fracasar como resultado del efecto invernadero. Si no lo hacen, las consecuencias socio-económicas y climatológicas podrían ser inmanejables para los humanos.
(*) Licenciado en Ciencias de la Educación y escritor bonaerense.
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